domingo, 16 de agosto de 2015

DESCENDENCIA FILIAL IBÉRICA: LA ENTREGA FILIAL REGENTE Y ALINE… ¡AR!

Por
Abelardo López Pérez

En la primera parte de este trabajo se analiza la simbiosis iconográfica con el envase contenedor de las finas líneas, denominadas “filetes” por la arqueología, trasmitiendo un mensaje simbólico de carácter universal  de indudable valor socio-cultural. El filete  o conjunto de finas líneas paralelas que circundan el objeto delata un lenguaje iconográfico con la palabra “filiación” entendida en su pleno sentido narrativo: procedencia, lazo de parentesco de los hijos con sus padres.
La estructura de todo lenguaje debe de corresponder a una coincidencia del género gramatical para ser comprendido. No basta con interpretar una palabra, sea en la lengua que sea, si al final no es correspondido por una coincidencia del género gramatical que estructure frases en el lenguaje elegido.
El lenguaje del símbolo (origen de la escritura) para ser considerado como tal, si no quiere estar condenado a desaparecer, debe de compartir una cualidad trascendental de carácter universal que demuestre  conservar su estructura lingüística en la propia naturaleza de las cosas sin necesidad de estar sujeta a ninguna lengua dada.
En nuestra propia Cultura Ibérica una “banda” de tinta plana representada en el contorno de un envase puede delatar su significado narrativo inmerso en la ambigüedad de la palabra, ya que la palabra “banda” en su original estructura lingüística designa a un grupo de gente. Cuando una banda está enmarcada por filetes o finas líneas se estructura la frase “filiación de la banda”, o lo que es lo mismo un grupo de gente afiliada socio-políticamente, o unida por lazos de procedencia filial.
Por todo ello, para analizar un símbolo es necesario observar su comportamiento, como y donde se sitúa, ya que al igual que la epigrafía  no cumple una función  ornamental o decorativa. El comportamiento simbólico y epigráfico puede responder a su interpretación.
Sabemos que la ambigüedad de la palabra es una constante inmersa en la naturaleza de las cosas, ¿pero hasta qué punto se puede delatar desafiante?  Os invito a dar un paseo iconográfico por este maravilloso y misterioso universo simbólico de la constelación mediterránea. Y que mejor ejemplo que comenzar con el universo ibérico. ¡Bienvenidos a mi mundo!
Dicho comportamiento pocas veces se nos manifiesta en sincronía epigráfica y simbólica. Lo excepcional es que se muestre descaradamente en dos ocasiones representado en la cerámica de Liria. En le lebes núm. 25, departamento 40; y en la tinajilla  núm. 142, departamento 31(Aranegui et alii, 1997). En los dos casos se muestra la representación de un jinete y  junto al ojo del caballo, muy atento y desproporcionadamente grande, se halla la letra ibérica be. La palabra “ver” viene del latín videre y esta de la raíz indoeuropea *weid- que nos dio la palabra griega eidos = apariencia, imagen1.  Lo sorprendente de esta sincronía epigráfica y simbólica es que también desee manifestar la ambigüedad de la palabra. En la pintura vascular de Liria se muestra más imágenes de caballos que muestran en el mismo lugar indicado una campanilla con la peculiar forma de la letra ibérica be, pero sin la letra y sin mostrar el ojo del caballo tan grande, tal es el caso del fragmento de lebes núm. 169, departamento 14 (ídem), Simbólicamente la campanilla significa “invocar” que además de implorar  es también llamar, por lo que  volviendo a las cerámicas citadas el verbo “ver” no participa en su discurso, pero sí lo hace el verbo “ve” (ir, acudir): ir  o acudir a la llamada.
      
Lebes núm. 25                             Tinajilla núm. 142




                           Lebes núm. 169 (en Arqnegui et alii, 1997)

                
Para los filólogos especialistas en epigrafía antigua que deseen comprobar una realidad. Si algo caracteriza a una campana es su sonido, y si esa campana configura una silaba (be) está caracterizando un sonido y por tanto una fonética lingüística.  
         El código iconográfico ibérico ya está elaborado y publicado en 23 artículos  de la desaparecida Revista de Arqueología  (Mc Ediciones) y su resumen se halla disponible para todo aquel que lo desee  en el nº 367 de la mencionada revista ocupando portada  con el título Iberos. Lenguaje iconográfico2.
Continuando con el proceder iconográfico donde la línea o filete actúa enmarcando el contorno de la “banda”, comprobaremos como circunda otros símbolos de la pintura vascular evidenciando un contexto narrativo. En el Lebes  núm. 122, departamento 12 de Liria  (Aranegui et alii, 1997), sobre una banda enmarcada por filetes se representa un escenario bélico entre dos embarcaciones, epigrafía ibérica, peces, hojas de hiedra, un caballo, un damero con olas marinas, entre otros elementos. Todo un correlato narrativo imposible de contextualizar sin pasar por el filtro iconográfico que revela su interpretación.         Que se muestren peces bajo las embarcaciones puede ser comprensible, pero que entre estos se halle un ave, un caballo y hojas de hiedra descoloca a cualquier que desconozca su código. Pero si observamos adecuadamente el comportamiento de los peces, del caballo y de las hojas, comprobaremos que se hallan en conexión y en fila, bajo y sobre los filetes que enmarcan la escena.
           


Representación del Lebes núm. 122 de Liria (en Aranegui et alii, 1997).



Interpretación porte superior derecha del friso
Del filete superior surge una hoja de hiedra con puntos seriados: la filiación  concede la unión.
Filete = filiación
Puntos seriados = conceder
Hoja de hiedra = unión
Seguidamente y en línea, un caballo, hojas de hiedra contorneadas por filete y puntos seriados, en conexión con el damero con olas marinas: la  prosperidad de la unión filial concede una estrategia marina.
Caballo = prosperidad
Hoja de hiedra enmarcada por filete = unión filial
Puntos seriados = conceder
Holas marinas = mar
Damero = estrategia
Interpretación parte inferior derecha del friso
Sobre la banda contorneada por filetes una serie de cuatro peces acompañados por lo que parece ser dos letras ibéricas S S (M M) cuya interpretación dejo para los lingüistas especializados, como más adelante veremos, pero que no cabe duda de su participación en la narrativa filial donde se hallan representadas las letras: la filiación de la banda está  bajo la formación de Cartago.
Peces = Cartago
Banda y filetes = filiación de la banda
La situación de la fila de peces estructura la frase
Para resaltar la importancia interpretativa del pez mencionaré lo expuesto en mi abra El ojo del Ibero (2005): “Resulta curioso que las representaciones de peces en cerámicas ibéricas no sólo se muestren en temas marinos. Por ejemplo en el plato nº 124 del departamento 14 de Liria (Aranegui, 1997c, fig. II. 4)(Fig. 13) está acompañado de la “fidelidad” y como atrapado entre “uniones”; en la tinaja nº 148 del departamento 41 de Liria  (Aranegui, 1997c. fig. II. 52)(Fig. 14), el pez se muestra entre caballeros acompañado por otro símbolo ya conocido, la  “tierra” (S de gran tamaño);  pero el que más puede llamar la atención es el pez representado en un gran vaso de la Alcudia (Colección Ramos, Museo Monográfico de la Alcudia, Elche, Inv. 4/82)(Fig. 15) sobre las alas del águila, símbolo que representa a  “Roma”.
 El ibero pudo representar con el pez otro lugar, como hizo con el águila. Para saber de qué lugar se trata, conviene señalar que según Fernández y González (2000, p. 23): “Durante el período de dominación persa se fabricaron en Ascalón (Israel) vasijas en forma de pez globo, frecuentes entre los pueblos establecidos en la tierra de Canaán. Los arqueólogos han advertido en numerosas piezas de esta época una notable influencia fenicia”. La influencia fenicia de esta iconografía es algo que se deja notar también en el esquema iconográfico púnico al ser elegido como símbolo propagandístico reforzador de la legalidad de la moneda. Las monedas acuñadas en la Península  Ibérica con leyenda púnica reflejan con notoriedad en sus reversos algún tipo de pez. Los mensajes gráficos, situados en general en el reverso de las monedas, responderían a una amplísima gama de representaciones de todo tipo, reflejo de la sociedad que las emitió, por lo que se pueden considerar como crónica de la época (Alfaro Asins, 1997).
Las acuñaciones con leyenda púnica de Sexs (Almuñecar, Granada) (Vives, 1924) son un excelente ejemplo, la leyenda neo-púnica del reverso comparte un mensaje junto al simbólico pez. Según Solá Solé (Miscelánea Púnica-Hispanica II), la lectura SKS (Samekh-Kapah-samekh) desde el punto de vista epigráfico son los más antiguos, pudiendo remontarse incluso al siglo III a. C., con un significado del rótulo en relación con el sentido de “recinto”, “extensión limitada” (en Alfaro Asins, 1983). Esta autora recoge los más variados significados de otros rótulos de Sexs, destacando las propuestas de W. Gesenius  “a Civibus”, y de F. Pérez Bayer “obra” (ver Alfaro Asins, 1983). Resulta coherente que todas estas interpretaciones intervengan en contexto narrativo con el lenguaje iconográfico que configura el simbólico pez como reflejo directo de una sociedad.
La moneda es el soporte perfecto para trasmitir una ideología político-social, y la sociedad púnica se identifica con este sello personal, no sólo en su moneda, también se refleja simbólicamente con un pez junto a su divinidad principal, “la divinidad principal de los púnicos, la diosa Tanit, cuyo carácter de diosa de la fecundidad está ligado a una acepción marina, por lo que frecuentemente aparece representada como un símbolo – un triángulo – y un pez” (Rodríguez, 1988).
Cabría preguntarse, ¿por qué no es acogido el simbólico pez (atún, en fuentes numismáticas) en la iconografía de la moneda Republicana e Imperial romana pese a reflejar un valor económico producido en factorías de salazones? El motivo puede ser el mismo por el que no es acogida la simbólica águila por la iconografía púnica, pese a ser un ave muy admirable en todas las sociedades de la antigüedad. No cabe duda, esta distinción simbólica refleja un carácter político, la identificación de un sello personal que tuvo que ser observado por la sociedad ibérica.
Por tanto, no sería descabellado pensar que en la  iconografía ibérica se represente con un pez a una sociedad procedente de Cartago. Las numerosas contiendas entre romanos y cartagineses coincidirían con la cronología de las cerámicas de Liria, y una sociedad hispano-cartaginesa, perdurable en la cerámica de la Alcudia, su lectura ayudaría a cubrir grandes lagunas interpretativas” (en López Pérez, 2005).
Volviendo al Lebes núm. 122 de Liria, considero importante el letrero ibérico que se halla bajo la embarcación, ku du a de i s de a,  que según  Aranegui, Mata y Ballester (1997) es traducido por los lingüistas del sector vascoiberista como “grito de guerra”;  kutua teis dea  para J. Ramón Rivera (2013), que con el sistema helenístico o greco-ibérico nos indica una última lectura y la traducción (comunicación personal): "En el lebes número 122 de Llíria (revisión de nuestra lectura anterior, 2013) dice: KUTUA TEIS DEA, kytos theis dea: Vaso que dispuse para la diosa. A lo que había que añadirle: "M M, s(e) s(e), a ti, a ti.”
Para las dos eses ibéricas inscritas bajo el caballo J. Ramón Rivera  interpretaría de la siguiente manera: M: "se", acusativo singular del pronombre personal de 2ª persona "sy-su": tú, es decir: a ti. Este pronombre es frecuentemente enclítico en los casos oblicuos del singular y en su declinación presenta gran variedad de formas dialectales y poéticas, “Como una ofrenda: a ti, a ti”.
Sin descartar un contexto religioso epigráfico, considero revelador que bajo el símbolo de la prosperidad representada por el caballo   coincida la   lectura lingüística  de J. Ramón  a ti, a ti,  ya que se leería: “a ti, a ti prosperidad”, “a ti, a ti  filiación”. También considero importante que bajo el letrero de Kutua teis dea se aprecie levemente  una línea en zigzag, símbolo de “dependencia”, lo que iconográficamente concuerda con la filiación a Cartago y el contexto bélico en el que se sitúa cronológicamente este envase (175-150 a. C.).
La S ibérica (M), en este caso sobre el caballo, la podemos ver acuñada en los semis de Bursau (Borja, Zaragoza), Cueliocos (Región del alto Ebro) y en Ecualacos (Región de Soria-Guadalajara), aparentemente podría tratarse de la adaptación a la abreviatura romana de sêmis (medio as), pero no responde a esa medida cuando se halla representada en denarios ibéricos de Segobriga (Saelices, Cuenca)  y sextantes de acuñaciones ibéricas de Untiscescen (Area de influencia emporitana).
En los semis de Bursau, Cueliocos y Ecualacos en sus respectivas cecas que se acuña bajo el caballo se articula la frase: a ti la prosperidad.
En el denario de Segobriga  la  S  ibérica situada bajo la cabeza del personaje es acompañada por la media luna, símbolo de la nación (ciudad-estado). En este caso la S si participa como abreviatura de la ceca: la nación de Segobriga.
 En los sextantes de Untiscescen la S ibérica se halla delante de la diosa Palas por lo que la lectura adquiere un carácter  religioso: a ti Palas
También  en los ases  de Bilbilis (Calatayud) y Caralus (Región aragonesa) se acuña la S tras la cabeza del personaje y un delfín delante, cuando lo normal sería poner la abreviatura de la ceca, que como podemos comprobar no comienza por S. Aquí la lectura cambia pues hay que incluir al delfín, símbolo del dominio: a ti el dominio.
Caso más extraño es el producido en los ases acuñados en Ecualacos ya que en unos casos  acuña tras el personaje la letra ibérica E  como corresponde a la abreviatura de la ceca, y en otros casos acuña las letras ibéricas SE, por lo que la opción de lectura permite alargar el texto: a ti Ecualacos el dominio.
En la iconografía vascular ibérica  existe otro motivo geométrico que comparte una reveladora simbiosis con los filetes o líneas  y la ambigüedad expresada en su interpretación. Me refiero a los círculos concéntricos. Su verdadera importancia reside en su abundante y perdurable representación, ya que aparece en yacimientos ibéricos de los siglo VI y V a. C., y perdura entre los siglos III-II a. C. con la evidencia de mostrar una intencionada narración iconográfica en la pintura vascular conocida por la bibliografía como  de estilo “Oliva-Liria”  (Valencia) y “Elche-Archena” (Alicante-Murcia).
La arqueología convencional generalmente interpreta los círculos concéntricos como círculos solares o relacionados con el culto al Sol. Simbología presente en el continente europeo y en todo el Mediterráneo ya en contextos cronológicos pertenecientes a la Edad del Bronce. Estas interpretaciones han cobrado un sentido mágico relacionado con algún pasaje mítico asociado a carros o caballos, intentando explicar una correlativa interpretación en armas, como la espada, cascos, corazas, placas de cinturón y fíbulas (en López Pérez, 2010). En el código que defiendo, los círculos concéntricos expresan la acción y efecto circunyacente que produce su composición geométrica, con el resultado significativo de la palabra “concentración”, si a todo esto le añadimos la filiación con el trazado concéntrico de finas líneas que manifiesta, obtenemos toda una frase conceptual de incalculable valor etnológico para la Antigüedad: concentración filial.
Los círculos concéntricos puede manifestar un lenguaje ideológico muy antiguo, en tiempos de la Edad del Bronce, ya que tendría sentido que se represente en petroglifos de lugares que necesariamente requería una concentración ceremonial de individuos. Dentro de un contexto funerario puede ser un manifiesto integrante de concentración filial en la ceremonia y ritual que suponía el entierro de dicha persona, y más en concreto, cristalizaría la pertenencia a un grupo dirigente o estructura gentilicia clientelar. Todo un linaje visible a través del documento arqueológico en sus ajuares y en ocasiones al mostrar un espacio funerario ordenado de manera concéntrica como en Baza (Granada). Una concentración filial expuesta en armas, y elementos identificativos del alto estatus social de la casta aristocrática militar avalada por la arqueología y las fuentes literarias clásicas. Una concentración visualizada en la imagen ecuestre de la élite caballeresca perteneciente al mundo ibérico y celtibérico ante hechos ideológicos sujetos a los diversos acontecimientos sociopolíticos territoriales integrados  dentro de  un contexto bélico ocasionado por la Segunda Guerra Púnica.
Un buen ejemplo iconográfico de los círculos concéntricos, líneas y bandas interactuando con un evidente discurso narrativo simbólico lo tenemos en el Kalathos núm. 234, departamento 2 de Liria.



Representación del Kalathos núm. 234 de Liria (en Aranegui et alii 1997).



Interpretación del Kalathos núm. 234 de Liria
En el labio del vaso podemos apreciar una serie de medios círculos concéntricos sobre una línea  que muestra en la parte interna una serie de  pequeñas eses seriadas, con tramos de bandas y filetes que interactúan en posición vertical: clama la concentración filial entre bandas.
Eses seriadas = clamar
Círculos concéntricos = concentración filial
Bandas y filetes = filiación de la banda
La posición de los símbolos articula la frase. De hecho la preposición “entre” se repite en el friso del cuerpo del vaso, con el añadido simbólico de la unión manifestado por la hoja de hiedra: la concentración filial de la unión entre bandas.
Dentro de este mismo concepto bélico, en la cerámica de Liria se manifiesta otra lectura iconográfica que se debe contrastar con las fuentes literarias clásicas por su reveladora narración. En el Lebes núm. 169, departamento 14 de Liria, se manifiesta una escena  que muestra a un jinete amenazante con el brazo alzado con lanza seguido de tres personajes cogidos de la mano que caminan en el mismo sentido que el jinete. Pues entre estos personajes (caballero, tres damas y un infante) se repite al menos tres veces un rosetón circundado por una línea que se adapta a su forma y que muestra en el interior una estrella.



Representación escénica del Lebes núm. 169 de Liria (en Aranegui et alii, 1997).




Interpretación del Lebes núm. 169 de Liria
El rosetón o flor de múltiples pétalos símbolo universal del “voto” y su sinónimo la “entrega” conjuga simbólicamente con la interpretación de la estrella, símbolo “regente” y con la línea filial que los circunda: entrega filial regente.
Rosetón = entrega
Estrella = regente
Línea = filial
Todo ello acompañado por flores de loto, hojas de hiedra, ese de gran tamaño, eses seriadas y zapateros, permitiendo analizar en profundidad una sincronía contextual simbólica y finalmente epigráfica.
Flor de loto = poder
Hoja de hiedra = unión
Ese de gran tamaño = tierra
Eses seriadas = clamar
Zapatero = fidelidad
De nuevo citaré otros datos mencionados en El ojo del Ibero (2005): “Dentro de este mismo escenario bélico se constata unos hechos que son narrados por las fuentes literarias clásicas, donde la dependencia regente, el pacto de fidelidad y la deserción o rotura de dicha institución cobran un cierto protagonismo. Un hecho que se refleja en las iconografías vasculares del Levante. Tal y como lo menciona Ruiz (1998): “Un de estos hechos, el más conocido, fue el acto de dependencia que convirtió a Indíbil en cliente de Escipión (Polibio 10, 38) y después tras romper el pacto, porque según Libio creía que su patrono había muerto, la renovación en forma de  devotio (Livio 28, 34), la forma más dura de la clientela ibérica. El punto de partida de esta situación se produjo a partir del momento en que los cartagineses exigieron a Indíbil que algunos de sus familiares, entre ellos su mujer y sus hijas, fueron entregados como rehenes para asegurar el pacto de fidelidad (Polibio 9, 1). Sin duda esta situación creada por Asdrúbal supuso la ruptura de la práctica institucional para Indíbil, por ello cuando los rehenes fueron liberados, tras la toma de Carthago Nova por Escipión en el 209 a. C. (Polibio 10, 18, 3), Indíbil desertó del ejército cartaginés (Polibio 10, 35). Un año después, en el 208, se le cita junto a Escipión luchando en la batalla de Baecula (Polibio 10, 40): un caso semejante pudo suceder con Edecón, regulo edetano al que Escipión liberó sus rehenes familiares (Polibio 10, 34) y al que posteriormente encontramos junto Indíbil y Escipión en la misma batalla” (en López Pérez (2005).
La última cita de Polibio (10, 34) mencionada por A. Ruiz (1998) en el caso semejante que pudo suceder con el regulo edetano Edecón, se pone de acuerdo con la narración iconográfica del Lebes 169 de Liria. Se trata de una coincidencia simbólica, cronológica, espacial y territorial que influye en los factores culturales y sociales de su interpretación, así como en el antecedente y desarrollo de la obra. Sincronía y diacronía, las dos variantes básicas para analizar el arte iconográfico.
Es más, la epigrafía ibérica levantina que se muestra en el extremo superior izquierdo del vaso se repite en al menos dos ocasiones el vocablo ekiar al que yo comparo3 con el verbo echar  comprendido en su pleno sentido: hacer salir a uno de un lugar, apartarle con violencia. El verbo echar también se puede utilizar para deponer a uno de su empleo o dignidad, su sinónimo “deponer” permite un contexto político de retirar a  alguien de su honor o dignidad.
Y ese puede ser el caso inscrito o representado en el mosaico hallado en el yacimiento de “La Caridad” en Caminreal (Teruel) donde aparece la lectura epigráfica ibérica LIKINETE:EKIAR:USEKERTEKU. Está considerado de fines del siglo II a. C.  o principios del I a. C., destruyéndose  en torno al año 75-72 a. C. (en Vicente Redón et alii, 1989).   Tal y como señalan los investigadores los pobladores del yacimiento de “La Caridad”  fueron fundamentalmente celtíberos.  La cronología de finales del siglo II a. C. corresponde a la caída de Numancia por Publio Cornelio Escipión y la posterior pacificación del territorio celtíbero.  “Usekerteku, ultimo vocablo de la inscripción, posee una desinencia final que puede relacionarse con un genitivo -KU que puede relacionarse con un genitivo de procedencia o de origen. Usecerde es el nombre de una ciudad ibérica que acuña monedas bilingües con tipos parlantes de Cesar (elefante y Victoria) posteriores al año  50 a. C. y con la leyenda monetal USECERDE OSI. La ciudad, ya con el nombre latinizado Usicerda alcanzó la categoría de municipio en época de Augusto o Tiberio,  acuñando monedas con la mención MUN OSICERDA. Su localización es insegura, coincidiendo los autores en situarla imprecisamente en el Bajo Aragón”  (Vicente Redón; Punter Gómez; Escriche Jaime y Herce San Miguel, 1989).

       Reproducción del panel central del mosaico de Caminreal (Teruel)



Interpretación simbólica del panel central del mosaico de Caminreal (Teruel)

Panel central
-Cuadricula superior derecha
Rosetón y cuarto creciente = entrega de la nación
-Cuadricula superior izquierda
Rosetón y estrella = entrega regente
-Cuadricula sobre el letrero
Trama de esvásticas = confabulación  racial
Caetra y rosetón = entrega en la defensa
Línea ondulada con hojas de hiedra en sentido opuesto = altercado de uniones opuestas
Delfines = dominios
Esta interpretación principalmente trata sobre la entrega en la defensa de uniones opuestas que luchan por los dominios. La entrega de una nación (ciudad-estado) y la entrega regente. Sin lugar a dudas, en “La Caridad” se manifiesta  un cambio sociopolítico, y que el verbo ekiar  se halle –según señalan los autores citados-  entre un nombre propio (likine) y el nombre de una ciudad (usekerte), resulta más que comprensible la correspondencia  epigráfica. Likine(te) se puede traducir, como el nombre de una persona, dirigente de  un grupo social. Un grupo social  depuesto  o echado de la ciudad de usekerte(ku).
El vocablo ibérico ekiar comporta una forma gramatical derivada de la raíz “echar”, quizá del latín iactare, iacio ieci iactum, cosa que no debería de extrañarnos ya que se trata de un mosaico de época romana en cuyo lugar se inscribe un nombre propio traducido al latín como Licinio, y de una ciudad Osicerda que se sabe fue latinizada. Caso similar podríamos decir del  mosaico romano de Andelos, Mendigorría (Navarra), con epígrafe likine:abuloraune:ekien :bilbiliars, donde tal y como señalan los expertos, a lo que parece, se atestigua una variante (morfológica?) ekien  indicando las conexiones antroponímicas que existen entre los dos mosaicos y el mundo celtibérico, además de mencionar la lejanía de estas ciudades (Osicerda y Bilbilis) del lugar de donde se hallan los respectivos mosaicos.
Ciertamente estos mosaicos tienen algo más en común, su iconografía. En los dos casos se muestra la línea ondulada intercalada con hojas de hiedra opuestas: altercado o disputa entre uniones opuestas.
Línea ondulada = altercado-disputa
Hojas de hiedra = unión
La disposición de las hojas de hiedra opuestas articulan la frase: uniones opuestas
El altercado depuso del  lugar referido (Osicerda y Bilbilis) a los respectivos dueños de la casa donde se halla el mosaico y no se puede descartar que se mencione a quien mando dicha deportación, aunque  resulta extraño la coincidencia del nombre propio (Likine) en estos dos lugares, pero los datos cronológicos señalan una fecha algo más tardía en Andelos  posterior al siglo I a. C.
En Andelos se aprecia otra palabra ibérica cuya interpretación lingüística podría conjugar con la iconográfica interpretación de las hojas de hiedra, símbolo de la unión. Se trata de la palabra une del latín unus (uno). Unus está vinculada con la raíz indoeuropea *oino (unicidad)4. Aunque etimológicamente la palabra “unión” proviene del latín tardío unio y éste del clásico unus, sin lugar a dudas “uno” es el signo con que se expresa la unidad: “propiedad de lo que constituye un todo formado por partes concordantes”. Uno es la síntesis de la unión.
No soy el único que interpreta la palabra ibérica une con “uno”, J Ramón Rivera (1013) a través del sistema helenístico o greco-ibérico extrae la forma neutra del adjetivo numeral uno, una, uno, con la expresión “lo Uno” con la que denomina a Dios en una interpretación de carácter religioso: “Licinio: en verdad yo me encuentro con el Uno: él iba (hacia) el Señor, el Señor, a Él, al Cordero”.
Otro caso diferente, pero no menos interesantes es la  lectura inscrita en una falcata del Museo de Prehistoria de Valencia kekebeste/ekiarte que además de  manifestar otra variante de ekiar  resulta muy comprensible que en un arma se refleje una causa bélica: la amenaza de echar de un lugar  al invasor.
En los tres casos se puede trasmitir el verbo “echar” (ekiar-ekien-ekiarte) y el léxico o  voz podrá venir del latín (iactare, iacio ieci iactum), al igual que la voz “une” (del clásico unus), pero solo como caso anecdótico diré que resulta sorprendente como las tres variantes morfológicas se estructuran  muy bien en el lenguaje castellano: echar-echen-echarte, por no decir de la palabra  une con pleno sentido estructural con el verbo unir.  Lo que no me parece solo una anécdota es que también guarden contexto epigráfico y simbólico todo un conjunto de palabras presentes en la escritura ibérica como son: echar, herir, salir, quitar, van, ve, velar, aparta, ata, ira; todas ellas expuestas en La mano del íbero. El lenguaje del símbolo: la piedra roseta de la epigrafía ibérica3.
Y ahora voy hacer honor  a ese título con la seguridad de aquel que sabe que está en el camino correcto, y lo haré sin la intención  de levantar libelos en contra de ningún discutido y variado sistema de interpretación epigráfica ibérica, eso lo dejo para el  pretencioso que piensa que goza del monopolio de la verdad.
Comenzaré por presentar de nuevo, tal  y como hago en el trabajo citado, dos botones ibéricos con forma de mano. Uno procedente de Verastegui (Bormate, Albacete) y otro de El Herrumblar (Cuenca).
                                   





Botón ibérico de Bormate y El Herrumblar



En el botón de Bormate se muestran las líneas de la mano y en el de El Herrumblar una línea circunda su contorno y en el interior dos letras ibéricas, que yo en un principio identifico como dos tipos de r (r´-r)  colocadas para leerse por separado, una en posición horizontal y la otra en vertical. Sin duda las letras desordenadas tenían una explicación que no supe ver de inmediato. También es cierto que una de ellas, la que tiene forma en D  se registra también como la letra ibérica a, por lo que G. Díaz Montexano (SAIS, 2015)5 realiza la lectura ar´, indicando que la letra a se halla así por razones obvias de espacio, simplemente girada 90º hacia la izquierda (mano en vertical, dedos hacia arriba).
Estoy de acuerdo en la lectura de Díaz Montexano, pero las razones obvias de espacio no me parecen muy convincentes ya que se delatan otras causas.  No es necesario ser orfebre para darse cuenta de que las letras no están colocadas así por falta de espacio, ya que las letras están fundidas al mismo tiempo que la mano por la técnica de  la cera perdida. No obstante, y gracias a mi amigo J. Ramón Rivera tenemos la opinión del maestro orfebre Juan José Marmolejo Hernández que afirma dicha técnica  de la cera perdida en la elaboración del botón ibérico de El Herrumblar.
Dicho desorden intencionado de letras obliga descaradamente una alineación para ser leídas, no sin causa se muestra una línea en todo su perímetro, línea como la que muestra la elaboración de las letras.  Y es así como se registra una voz ibérica, y por supuesto algo más, una interpretación que  estructura un lenguaje que corresponde a una coincidencia del género gramatical y facilita su comprensión en la epigrafía ibérica.  
Toda persona que quiera leer correctamente lo que pone en ese botón lo primero que tiene que hacer es alinear u ordenar dichas letras. Y  es aquí donde se produce su interpretación, el sinónimo de la palabra  alinear es ordenar: “Poner en orden una o varias cosas. Encaminar y dirigir una cosa a un fin. Mandar que se haga una cosa”. Con este sistema que nos pide la propia mano, se logra la lectura ar´ revelando una posible interpretación epigráfica con el  consiguiente significado de ordenar.
Estructuremos el nombre de ciudad del mosaico de Andelos con dicha interpretación. Donde debería leerse Bilbilis se lee Bilbiliars, aquí es la ciudad de Bilibilis la que ordena: echen a la unión de Likine Abulo(ra).
Ahora contrastemos otro caso que se halla  inscrito en dracmas de la ciudad de Arse (Sagunto) con las letras arskitar. Ars es la abreviatura de Arse. El verbo “quitar” se asocia con la raíz indoeuropea *kweie (estar quieto)6. Resulta interesante que en el latín medieval quitare inicialmente se usara en el ámbito judicial para liberar a alguien de una culpa o carga. Sea como fuese, lo cierto es que el verbo “quitar” en las dracmas de Arse  estructura una frase socio-política muy coherente: liberar de cargas.
La coincidencia de la abreviatura de la ceca con la palabra ars puede ser algo más que una casualidad y estar estructurando un componente léxico de ordenar, para cuyo caso tendría mucho sentido que Arse ordene liberarse de cargas. Sin duda sería la propaganda necesaria para reforzar la legalidad de la moneda de cualquier el estado emisor.
Interesante comportamiento de la lectura arseergi en el hemidragma de Arse (trióbolo de Vives, 1926, lám. VI, 19), ya que sus letras se sitúan entre los radios de una rueda colocando la composición ar en un mismo radio, mientras que  el resto de letras lo hace por separado. La rueda es un símbolo milenario de carácter universal (enlace Nota 3: El teorema iconográfico del símbolo). La principal causa-efecto de su cualidad, ya que para ello fue inventada la rueda, nos introduce en la clave de su interpretación interviniendo en el contenido narrativo con  la palabra “tránsito”. Y qué mejor manera de expresar su contenido narrativo que representarla en la propia moneda, en el vehículo por antonomasia de la economía y el comercio, guardando una simbiosis simbólica con el propio soporte. Pero la palabra  “transito” también permite la ambigüedad: el paso de un estado a otro. Recordemos que estamos hablando de la ciudad de Sagunto, el lugar donde se originó la Segunda Guerra Púnica, y tal y como afirma García-Bellido (1993), dicha moneda pertenece al periodo de dominación púnica en Sagunto, es pues una emisión en lengua indígena pero bajo administración púnica. Por lo que en el hemidragma de la ciudad de Arse se puede estar ordenando el tránsito de un estado a otro.




Reverso de hemidragma de Arse.

Para esta expresión sociopolítica tenemos en el Mediterráneo  una serie de acuñaciones pertenecientes a Mesembria, de entre el 450 y el 350 a. C. En este caso entre los radios de la rueda tenemos la leyenda griega META, con el significado de “más allá de” o “después de”. El modo conjuntivo expresa relación de posteridad enlazando una oración subordinada temporal. Es el equivalente a lo que sigue, está detrás o lo que cambia. La propaganda reforzadora de la legalidad de la moneda haría referencia a “más allá de” o “después de” un tránsito, o el cambio de un estado a otro.
Según los datos históricos son muy reveladoras las razones  que corroboran dicho estado transitorio en las acuñaciones de Siracusa donde se acuñan óbolos con la rueda. Concretamente durante el reinado de Hieron I: En el año 485 a. C. sucedió a su hermano Gelón como tirano de la ciudad de Gela, cuando éste se hizo con el poder en Siracusa. En el 478 a. C. le volvió a suceder, tras disputarse el poder con otro hermano llamado Policelo. Y en el año 474 a. C. arrebató a los cartagineses gran parte de Sicilia.
Para las dracmas de Arse donde se lee arsbikisteekiar  puede suceder otro tanto, de hecho Ripollés i Alegre (2001)  menciona la opinión del señor J. Untermann: “basándose en el hecho de que en los antropónimos compuestos de los griegos, de los germanos y de otros pueblos se emplean palabras que en la lengua común denominan a una agrupación política o a un representante de la autoridad social, piensa que podría suceder lo mismo en la onomástica ibérica… Considera que podría apoyar esta interpretación la lectura arsbikisteekiar, al creer que arsbikis también podría estar refiriéndose a la asamblea política de la ciudad de Arse.” Y ciertamente así lo considero yo también, pero en este caso: lo que se  ordena es echar o deponer a alguien de su honor o dignidad.
Interesante y revelador lo mencionado por el profesor J. Untermann (1987) tratando las Inscripciones sepulcrales ibéricas: “El ensayo de un comentario y de una tipología de nuestras inscripciones debe empezar con los epitafios más breves. En 1 el nombre individual del muerto funciona como texto único, en 2 y 3 se añade -mi: la sepultura "pertenece" al muerto, es "propiedad" de él. En 6 y 34 -mi  viene apoyado por el sufijo -ar, corriente también en grafitos sobre cerámica u otros objetos que llevan el nombre del propietario.” Resulta evidente quien ordena el epitafio  en la sepultura o la propiedad de un vaso cerámico u otros objetos que llevan el nombre del propietario.
En la cerámica de Liria (tinajilla  núm. 142, departamento 31) también se muestra la terminación –ar en un texto ibérico (XL-12) que según Silgo Gauche (2009, 385-386)  es segmentable como ban-katur-irati-ar en un contexto iconográfico bélico mencionado también por el autor. Aquí la interpretación de ordenar está precedida por la segmentación ira(ti). Según Sánchez Jiménez y Beltrán Villagrasa (1962) tratando la bajilla ibérica de Abengibre mencionan que ira también aparece en un vaso de Liria. La palabra ira viene del latín ira (deseo de venganza) y aparece también incisa en un plato del siglo II a. C. de la vajilla ibérica de Abengibre (Albacete) precedida de un nombre de persona biriatuias (Viriato). Que el deseo de venganza se halle delante del nombre de un personaje histórico que se sabe  fue asesinado me parece más que comprensible, tanto como que la  pintura vascular de Liria permita una lógica admisión del verbo “vengar” como ordenando una venganza en su narrativa epigráfica.
Para el vocablo ibérico ban, creo muy importante señalar lo mencionado por G. Díaz Montexano (2006) en referencia al verbo griego bainô: “andar, marchar, caminar, partir, enviar, dirigir”. Según dice este autor: “Nótese como hemos conservado en el castellano formas casi idénticas a las griegas (asumidas todas como derivadas del latín vado) como por ejemplo, (yo) voy, (tú ) vas, (él) va, (imp.) ve, ven, y (ellos) van, que bien podrían provenir de antiguas palabras ibéricas con una raíz *ba o*ban,”.
 El texto de Liria XL-12 de Silgo Gauche  mencionado, con el vocablo ban inicial de la frase, permite una interpretación más extensa: marchan recibiendo la orden de venganza. Y ciertamente en su iconografía se muestran tres jinetes armados. Dicho texto se halla delante de la cabeza del caballo donde se muestra la letra ibérica be bajo el preponderante ojo  y configurando una campanilla con la propia letra, en la cual se estructuraba la frase: acude a la llamada.
Por tanto, la mano del botón ibérico de El Herrumblar implica  la causa-efecto de un hecho necesario para leer correctamente: alinear-ordenar. Y lo puede hacer conjugando una frase: orden filial. Ya que la mano esta circundada por una línea,  al igual que en la pintura vascular de Liria, donde una estrella dentro de un rosetón circundado por una línea conjuga la expresión: entrega filial regente. Todo ello guardando un contexto  iconográfico, social, con las fuentes literarias clásicas y arqueológicas. No cabe duda, existe un método de análisis simbólico que trata una lengua o un fenómeno lingüístico en un momento determinado, dominando conceptos relacionados con las acciones ocurridas en el tiempo. Lo corrobora una coincidencia simbólica, cronológica, espacial y territorial que influye en los factores culturales y sociales de su interpretación, así como en el antecedente y desarrollo de la obra. Sincronía y diacronía, las dos variantes básicas para analizar el arte iconográfico.
 También  considero necesario indicar que iconográficamente la mano en el mundo antiguo no simboliza “orden”, sino que representa un manifiesto: “Patente, ostensible, claro. Escrito que una persona o partido dirige a la opinión pública”. El símbolo  “orden” en la antigüedad se delata representado  con el elemento arquitectónico de una columna2.  
Y ahora  contaré otra anécdota de ambiguas palabras: el sufijo -ar es un término usado para formar verbos castellanos; el sufijo -ar  también es usado  en la formación  militar donde se  utilizan dos voces para ejecutar una orden,  la voz preventiva y la voz ejecutiva. Por ejemplo para ordenar “firmes”: atención… ¡firm!, para ordenar “vista al frente”: vista al… ¡fren!, y  para  la palabra que nos atañe, a la voz preventiva  de “alinear” se menciona la voz ejecutiva ¡ar!:  Aline… ¡ar!
                                        

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Nota
       4 Diccionario Etimológico De La Lengua Española (página 117) de  Edwad A.         Roberts y Bárbara Pastor –Primera Edición 1996.
5 Díaz Montexano, Georgeos, Un botón ibérico de bronce en forma de mano como posible evidencia epigráfica de un término Proto-Vasco (SAIS, 2015): http://www.academia.edu/12955861/Un_bot%C3%B3n_%C3%ADbero_de_bronce_en_forma_de_mano_como_posible_evidencia_epigr%C3%A1fica_de_un_t%C3%A9rmino_Proto-Vasco